De cara a la vuelta al trabajo y al cole en el caso de los niños, el mejor momento de una revisión oftalmológica completa para afrontar el otoño con buenos ojos, es después de las vacaciones de verano.
Las revisiones oftalmológicas son fundamentales para mantener una buena salud ocular, muchas patologías diagnosticadas a tiempo, pueden tener tratamiento y cura, evitando la pérdida de visión. Estudios recientes demuestran que el 80% de los casos de ceguera que existen en la actualidad, se podrían haber prevenido o tratado para evitar la pérdida total de la visión.
¿Qué momento del año es el más indicado para realizar una revisión oftalmológica?
La mejor fecha para una revisión oftalmológica es después del verano, para descartar cualquier daño ocular que se hubiera podido producir durante las vacaciones. En materia de prevención nos prepara para afrontar la vuelta al trabajo con más tranquilidad. Y en el caso de los niños, listos para el nuevo curso escolar con ciertas garantías.
Durante las vacaciones, nuestros ojos están sometidos al efecto de muchas agresiones externas. El contacto directo con el agua salada y la arena, el cloro de las piscinas, el incremento de las exposiciones solares, el aire acondicionado o la sequedad ambiental, pueden ser perjudiciales para la vista. La exposición a estos agentes de forma continuada puede llegar a provocar irritación, queratitis o conjuntivitis.
En el caso de los adultos, especialmente aquellos que dediquen la mayor parte de su jornada laboral a trabajar frente a pantallas, más aún si se teletrabaja, detectar la aparición de problemas visuales o la complicación de alguno ya existente, permitirá mantener una correcta salud visual para afrontar con garantías la vuelta a la rutina laboral.
Y en lo referente a los niños, no hay que olvidar que los problemas visuales que no están identificados y no se tratan correctamente a una edad temprana contribuyen, en un elevado porcentaje, al fracaso escolar del niño. Además, la detección precoz de problemas de visión puede evitar complicaciones futuras, que de no recibir un diagnóstico a tiempo y prescribir el adecuado tratamiento, pueden convertirse en permanentes como por ejemplo la ambliopía, más conocida como “ojo vago”.
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