Durante la infancia, especialmente en los primeros años de vida cuando están aprendiendo a andar, los más peques de la casa suelen ser más propensos a caerse, golpearse o sufrir alguna lesión, algunas de ellas en la zona de los ojos. Hoy te contamos qué debes hacer en el caso de que tu hijo sufra un traumatismo ocular.
Golpes en el ojo
Uno de los traumatismos más frecuentes en los niños son los golpes en la zona del ojo, ya sea producido por un cabezazo accidental, por un pelotazo o por el impacto de un juguete, entre otro tipo de accidentes.
Ante este tipo de golpes en los que la zona se inflama y enrojece o amorata, lo primero que hay que hacer es poner delicadamente en la zona afectada hielo envuelto en un pañuelo (para evitar quemaduras en la piel) con el fin de bajar la inflamación y aliviar el dolor. Es importante tranquilizar en medida de lo posible al pequeño para evitar que se toque el ojo y se haga más daño.
En la mayoría de casos, este tipo de traumatismos suelen quedarse en un susto y mejoran al cabo de un par de semanas. Pero en el caso de que el golpe haya producido en el ojo un derrame ocular o alguna herida en los párpados que requiera sutura, el dolor no cese, notes que haya algún problema de visión o el niño se queje de dolores de cabeza, es fundamental que acudas a un especialista para que pueda examinarlo y descartar algún problema de gravedad en el ojo.
Arañazos dentro del ojo
Otro traumatismo ocular muy habituales, tanto en los niños como en adultos, suele ser la entrada de un cuerpo extraño en los ojos. El niño puede arañarse con las uñas al frotarse los ojos, rasparse con un lápiz mientras colorea, llenárselo de arena al jugar en la playa, arañárselo con una rama, se le puede meter un trozo de cristal al caerse un vaso…
Este tipo de lesiones interiores del ojo suele producir escozor, dolor, lagrimeo, enrojecimiento, derrames, fotofobia o imposibilidad para abrir el párpado.
Ante esta situación, debes enjuagar el ojo del niño con agua o suero fisiológico durante al menos 15 minutos y al igual que en el caso anterior, es importante tranquilizar al niño para evitar que se toque el ojo y pueda hacerse un daño mayor empeorando el problema. Una vez limpiado el ojo, debemos revisarlo para ver qué daños se han podido causar.
En el caso de que el dolor no se calme, descubras un derrame o cambio en la superficie ocular, notes que hay algún problema de visión o el ojo le supure, acude de inmediato a urgencias para que un especialista pueda valorar los daños y descartar una posible lesión en la córnea.