En la actualidad, según datos de la Organización Mundial de la Salud, hay más de 400 millones de personas diagnosticadas de diabetes en el mundo y para el año 2040 se estima que esta cifra superara los 600 millones.
La diabetes es una enfermedad crónica que afecta a diversos órganos, entre ellos y de forma grave a los ojos. El riesgo de sufrir alteraciones en la visión en pacientes diabéticos es 25 veces mayor que en los no diabéticos.
Una de las posibles consecuencias de esta enfermedad es la retinopatía diabética, una afección ocular que supone la primera causa de ceguera a nivel mundial en personas entre los 20 y 64 años.
¿Qué es la retinopatía diabética?
La retinopatía diabética es una de las complicaciones a largo plazo de la diabetes que afecta de manera selectiva a la retina. La retina es la estructura del ojo más importante para la visión, ya que es la que capta la imagen que vemos para, a través del nervio óptico, trasladarla al cerebro e interpretarla. Un deterioro por tanto en la retina, en este caso por la diabetes, producirá un deterioro en la visión que puede llegar a ser importante y permanente.
Se produce por el daño que sufren los vasos sanguíneos que nutren la retina, y esto es como consecuencia de altos niveles de glucosa en sangre mantenidos durante largo tiempo. Los vasos sanguíneos pueden hincharse produciendo fuga de líquido de los mismos, originando en edema o hemorragias tanto en la retina como en el contenido gelatinoso del ojo (humor vítreo).
¿Qué síntomas puede presentar?
En las primeras fases de la retinopatía diabética, la falta de síntomas visuales puede hacer que pase desapercibida. Entre los síntomas que pueden hacer sospechar una retinopatía diabética están:
- Fluctuación de la visión.
- Episodios de visión doble.
- Disminución de la visión nocturna.
- Deformación de la visión.
- Pobre recuperación de la visión posterior a una exposición a la luz brillante.
- Visualización de manchas que flotan y se mueven.
- En etapas ya avanzadas el síntoma más importante es la pérdida de visión que el paciente nota; dicha pérdida de visión puede notarse en el centro de la imagen cuando se produce el edema macular diabético o incluso una pérdida total cuando se produce una hemorragia masiva en el contenido gelatinoso del ojo.
Es importante destacar que para que aparezcan síntomas, la enfermedad debe estar en fases ya avanzadas y en esta situación el tratamiento no es tan efectivo. Es por eso mejor controlar la retinopatía antes de que aparezcan los síntomas.
¿Cómo se puede diagnosticar?
Es muy importante que toda persona que haya sido diagnosticada de diabetes se haga un control oftalmológico en ese momento y que éste se repita anual o bianualmente en función de la evolución de la diabetes.
La exploración oftalmológica debe incluir:
1. Exploración ocular completa con medición de la agudeza visual, de la visión central, de la superficie anterior del ojo, de la tensión ocular, perimetría….
2. Exploración del fondo de ojo, previa dilatación de la pupila para poder observar mejor las zonas más periféricas de la retina. Esta exploración del fondo de ojo se puede realizar utilizando distintos procedimientos: con un oftalmoscopio de mano (oftalmoscopia directa) o mediante el uso del oftalmoscopio binocular (oftalmoscopia indirecta), con lentes de exploración que se colocan sobre el ojo y se ayudan del uso de la lámpara de hendidura o utilizando un retinógrafo. La utilización de un retinógrafo permite archivar la imagen del fondo de ojo obtenida para poder controlar su evolución en el tiempo.
3. Cuando existen ya lesiones en el fondo de ojo, el oftalmólogo puede llevar a cabo una angiografía de fluoresceína, prueba diagnóstica que utiliza un contraste que se administra en la vena del antebrazo y permite mediante el uso del retinógrafo la visualización de la retina mientras fluye el colorante por los vasos sanguíneos del ojo. Este método permite detectar si hay vasos sanguíneos anómalos, perdiendo líquido o produciendo hemorragias.
4. Actualmente se utiliza cada día más la realización de una tomografía de coherencia óptica (OCT), técnica que permite captar una imagen muy exacta de las diferentes capas de la retina. Es muy útil para poder evaluar el centro de la retina, lo que conocemos como mácula.
¿Cómo se puede tratar?
En función de la fase en la que se encuentre la enfermedad existen diferentes tratamientos. Cuanto más precoz sea el diagnóstico mejor pronostico para tener bajo control la retinopatía diabética.
En sus primeras fases, el único tratamiento es el control de la propia diabetes. Controlando los niveles de azúcar en sangre y la presión sanguínea se puede detener la pérdida de visión.
En fases más avanzadas cuando ya se han detectado alteraciones vasculares importantes, el tratamiento actual consiste en la utilización de la fotocoagulación con láser, que ayuda, en el mejor de los casos, a estabilizar la enfermedad en la retina, pero no sirve para la curación de la misma; el objetivo de este tratamiento es reducir los vasos sanguíneos anormales y frágiles, evitando de este modo nuevas hemorragias.
En los casos de hinchazón en el centro de la retina, lo que conocemos como edemas maculares, que no pueden tratarse con láser, se utiliza una medicación muy específica (antiangiogenicos o dexametasona) que se administra en el interior del ojo mediante inyecciones.
En las ocasiones en las que ya existe una retinopatía diabética muy avanzada que ha provocado una alteración en el contenido gelatinoso del ojo (humor vítreo), ya sea por hemorragias repetidas o por la formación de bridas que pueden traccionar de la retina, el tratamiento es quirúrgico y la técnica se denomina vitrectomía. Consiste en la eliminación del humor vítreo opacificado por la sangre y su sustitución por una solución salina.
La prevención el mejor tratamiento
A pesar de los múltiples avances en los medios diagnósticos y terapéuticos disponibles hoy día para la diabetes, la incidencia de esta enfermedad es cada vez mayor, entre otras causas por el aumento de la expectativa de vida de la población, lo que está provocando un mayor número de pacientes diabéticos con complicaciones a largo plazo, dentro de las cuales, la retinopatía diabética es una de las más frecuentes.
Es importante transmitir que la detección temprana y el tratamiento a tiempo pueden prevenir la pérdida de la visión. Un diabético bien controlado puede vivir toda su vida sin complicaciones oculares de relevancia y para ello además de sus controles periódicos, es necesario que aprenda a convivir con su enfermedad. Los tres pilares básicos del tratamiento para poder alcanzar un óptimo control metabólico son la medicación, la dieta saludable y una actividad física adecuada, lo que requiere una participación activa por parte del paciente.
Desde el Instituto Oftalmológico de Granada, nuestra misión como médicos oftalmólogos no es sólo la de tratar las lesiones ya establecidas, sino también la de la prevención.
Por este motivo queremos ayudar a concienciar sobre la importancia de la realización al menos de una revisión ocular anual, independientemente de estar o no diagnosticado de diabetes, porque la prevención es la mejor manera de cuidar de nuestra salud ocular.