Pueden ser debidas a infecciones, tanto virus como bacterias y con menos frecuencia hongos y parásitos.
Otras causas son: alergia, irritación causada por agentes químicos, viento, polvo, humo o cualquier otro tipo de polución ambiental, medicamentos tópicos, lentes de contacto y enfermedades generales.
Existen otras causas menos frecuentes asociadas a los agujeros maculares, como los traumatismos oculares o intervenciones quirúrgicas previas retinianas (de desprendimiento de retina, por ejemplo).
Los síntomas de la conjuntivitis son fácilmente detectables: ojo rojo, lagrimeo, fotofobia, ardor, picor y la sensación de tener “algo” dentro del ojo.
Cuando la causa es infecciosa principalmente, el ojo produce secreciones a lo largo del día, y sobre todo durante la noche, que pueden pegar las pestañas.
Generalmente, la conjuntivitis se acaba curando sola en pocas semanas, pero es importante tratarla para prevenir contagios y complicaciones, como pueden ser alteraciones en los párpados y la cornea.